martes, 29 de enero de 2008

FUTHARK - Alfabeto nordico

FUTHARK es la forma en que se llama al sistema de caracteres utilizado por los vikingos y habitantes del norte de europa en hasta alrededor del siglo XII.

En la actualidad hay muchas organizaciones que se dedican al estudio de estos caracteres, tarea la cual se facilita por el hecho de que la lengua de los paises donde se usaban no ha cambiado significativamente. Incluso en islandia, donde se han encuentrado el mayor numero de textos runicos antiguos, el idioma sigue intacto, igual como estaba hace 1000 años atras.

La expresion FUTHARK se consta de las primeras 6 letras del sistema de caracteres FUTHARK. En total este sistema contiene 24 caracteres, los cuales estan agrupados en tres grupos o Aettir.

El primer Aettir pertenece al dominio del dios Frey, el segundo el dios Heimdal y el tercero al dios Tyr.

El primer Aettir contiene las runas Fehu, Urn, Thorn, Ansur, Rad, Ken, Gifu, Wyn, siendo Fehu la representacion del dios Frey, Thorn de Tor y Ansur de Odin o de todos los dioses Aesir.

El segundo Aettir contiene las runas Haegell, Nied, Is, Jara, Ewoh, Peorth, Eohl y Sigel. Haegell es la runa correspondiente al dios Heimdall.

El tercer Aettir contiene las runas Tir, Beork, Eh, Man, Lagu, Ing, Daeg y Othel. La runa Tir corresponde al dios Tyr.


El correspondiente del futhark con el abecedario que usamos nosotros y las mayoria de las lenguas occidentales es este:

Feoh: "F"

Freyr y Freyja.

El GanadoPara la gente del Norte, ganado significaba salud, pero salud que debe ser movilizada para ser efectiva, de otra manera se convierte en dolor. Ellos pensaban que estar saludable daba buena reputación. Fehu puede también ser la runa de los comienzos y nuevo crecimiento.

Urz: "U"

El Uro

El Uro es un buey salvaje, el que fue eventualmente cazado hasta su extinción. Representa la cruda fuerza primitiva.

Thorn: "TH" "Þ"

Tor, Þor, Thor, Donner, La espina , el Gigante

Es el Gigante, pero esta runa está comúnmente asociada a Thor y su famoso Martillo Mjollner. Es una fortísima fuerza penetrante que puede ser utilizada tanto en ataque como en defensa, dado que representa la fuerza de la voluntad y la espina que protege.

Ansur: "A"

Æsir, OÞinn, Othinn, Odin, Wothann.

Los mensajesEsta runa está muy asociada a nuestro dios Padre Odín y representa la comunicación, tanto con palabras como con sentidos, y está potencialmente relacionada con la inspiración.

Rad: "R"

La Rueda, El Viaje

Significa carroza y el acto de cabalgar. Por ello puede también significar viajes, y más profundamente que las cosas estén bajo control.

Ken: "K"

La Antorcha

Gyfu: "G"

La Unión

Es la unión. la amistad, la pareja...la relación con los otros.

Wyn: "W"

El Triunfo

Haegell: "H"

El Aire, El Granizo, Las puertas, El Arcoiris.

Nyed: "N"

La Necesidad

Is: "I"

EL Hielo

Ger: "J" "ф"

Jara, Jorth, La Tierra, Midgarth, La Cosecha

Ewoh:

El Tejo

Peorth: "P"

El misterio, Lo Oculto

Eohl:

La Protección

Sigel: "S"

El Sol.

Antiguamente usado por las SS Alemanas.

Tyr: "T"

Tir

EL Guerrero en el campo de Batalla, el valor.

BeorK: "B"

La Familia, el Amor y la Pareja

Eh: "E"

EL Caballo

Man: "M"

El Hombre, La Humanidad

Lagu: "L"

El Agua

Ing: "NG" "Ñ"

La Evolución

Daeg: "D"

El Dia

OThel: "O"

La Propiedad, Lo heredado, el Viejo Sabio.

lunes, 28 de enero de 2008

¿Dónde está la legendaria Vinlandia?

UNA tierra con trigo silvestre, arroyos repletos de salmones, “uvas” (arándanos rojos) salvajes e inviernos sin escarcha: todo un paraíso para la gente de hace un milenio. El relato acerca de 36 varones intrépidos que viajaron allí fue la base de una investigación realizada en el siglo XX con el fin de determinar dónde es posible que los europeos pusieran pie por vez primera en América del Norte.


Entre los años 990 y 1000 de nuestra era, el vikingo Leif Eriksson y sus hombres emprendieron una exploración de 2.000 kilómetros. Al navegar rumbo al norte, bordeando el litoral occidental de Groenlandia, y luego virar al oeste, Eriksson se topó con dos regiones a las que denominó Helulandia y Marklandia, que hoy se cree que corresponden a la isla de Baffin y a Labrador. Pero el tercer punto donde desembarcaron, Vinlandia, quedó envuelto en un halo de misterio. ¿Dónde se encuentra aquella tierra legendaria?

En 1959 iniciaron la búsqueda los arqueólogos Helge Ingstad y su mujer, Anne Stine Ingstad. Sin más indicios apenas que los consignados en las sagas islandesas —antiguos registros normandos en los que se entreveran la historia y la ficción—, el matrimonio recorrió miles de kilómetros por tierra, mar y aire, a lo largo de las costas orientales norteamericanas. Finalmente, su tenacidad dio fruto al encontrar la pequeña comunidad de L’Anse aux Meadows, en la península septentrional de la isla de Terranova, donde un lugareño, George Decker, los condujo a una zona en la que parecía haber ruinas de casas cubiertas por la maleza.

Siete años de excavaciones arqueológicas bastaron para trazar convincentemente su historia y captar la atención mundial. Cabe mencionar que los Ingstad exhumaron ocho edificios de paredes construidas con tepes (terrones de césped) y una fíbula (broche para la ropa) de bronce. Todos los objetos denotaban origen vikingo. Uno de los hallazgos más importantes fue un pequeño horno de fundición de hierro. La datación de la escoria encontrada correspondía a los años en que, según las sagas, Eriksson había llegado al Nuevo Mundo. Por fin se disponía de indicios materiales de la presencia vikinga en Norteamérica.

Sin embargo, el lugar que hoy conocemos como L’Anse aux Meadows no encaja bien en la descripción fabulosa de Vinlandia, y es probable que nunca se determine con certeza su ubicación exacta. Pero todo indica que, aunque los vikingos tal vez no fueran los primeros en poner pie en Norteamérica, llegaron quinientos años antes que Colón.

Hoy día se puede visitar el yacimiento para hacerse una idea del modo de vida vikingo. Hay casas de tepe reconstruidas y una réplica de un barco vikingo que pudo haber utilizado Eriksson en su épica travesía. La ropa de época de los guías es un aliciente más para remontarnos mil años atrás e imaginar que vivimos como los vikingos.

sábado, 26 de enero de 2008

Lief Eriksson, hijo de Erik el Rojo, ¿Habrá descubrido America?

¿QUIÉN descubrió América?

Nadie lo sabe con certeza. La respuesta depende en buena medida de qué se entienda por “descubrir” y por “América”. A fin de cuentas, el enorme continente llevaba siglos poblado para cuando los europeos se percataron de su existencia. Durante la primera parte del año 1493, Cristóbal Colón volvió a Europa con testimonios directos de su primer viaje, en el que desembarcó en las Antillas. Pero no era el primer europeo en visitar el sorprendente nuevo mundo. Todo indica que un grupo de rubios escandinavos había pisado suelo norteamericano cinco siglos antes.

Hace mil años, el Atlántico Norte debía de ser tan frío e impredecible como hoy. Los marineros creen conocer sus traicioneros vientos y corrientes, pero la bruma y la tempestad pueden dejarlos desorientados durante semanas. Según una antigua saga nórdica, fue justo lo que le sucedió cierto verano al joven Bjarni Herjolfsson, consumado navegante y aventurero. Pero aunque perdió la orientación, probablemente encontró un continente.

Todo ocurrió durante la era de los vikingos, quienes a través de los mares extendieron su dominio por toda Europa. Sus naves, esbeltas y muy marineras, se veían por doquier: desde las costas de Noruega o el norte de África hasta los ríos de la Europa continental.

La saga de los groenlandeses refiere que Bjarni partió en una larga travesía a Noruega. Al acercarse el invierno del año 986, regresó con las bodegas repletas a Islandia, donde se llevó la sorpresa de que su padre había partido en una flota encabezada por Erik el Rojo. El propósito de la expedición era colonizar un enorme país, situado al oeste de Islandia, que había descubierto Erik. Este le había dado un nombre que realzaba aún más su atractivo: Groenlandia, cuyo significado era “Tierra Verde”. De modo que el joven Bjarni se hizo a la vela rumbo a aquel lugar promisorio; pero cambió el viento y descendió la niebla, de modo que “durante muchos días —señala la citada saga— fueron a la deriva sin saber cuál era su rumbo”.

Cuando finalmente divisaron tierra, no encajaba con la descripción de Groenlandia, pues era un lugar de colinas y exuberantes bosques. Siguieron rumbo al norte, con el litoral a babor. El segundo avistamiento que hicieron no correspondía a Groenlandia más que el primero, pero, al cabo de unos días vieron un paisaje diferente, más montañoso y glacial. Se adentraron en el mar, con dirección este, y terminaron hallando Groenlandia y la colonia de Erik el Rojo.

La expedición de Leif Eriksson

embargo, que en occidente, al otro lado del mar, existía una tierra bosAunque aquellos hombres no desembarcaron en la masa continental de la actual Norteamérica, tal vez hayan sido los primeros europeos en divisarla. Lo cierto es que Bjarni relató más tarde lo que había visto, suscitando gran interés entre sus compatriotas colonos. Groenlandia era un país gélido con pocos árboles, por lo que construían y reparaban sus barcos y hogares con madera arrastrada por la corriente o adquirida a precio de oro en envíos marítimos. Todo indicaba, sincosa con un sinnúmero de árboles.

Entre los que se sentían más atraídos por el nuevo territorio figuraba un vástago de Erik el Rojo, Leif Eriksson, retratado como un hombre “alto y fuerte, de impresionante apariencia” y “perspicaz”. En torno al año 1000, Leif adquirió el barco de Bjarni y, con una tripulación de 35 hombres, se hizo a la vela en busca de las costas que este había divisado.

Tres nuevos territorios

Si las sagas son exactas, primero halló una región sin pasto cuyas tierras altas estaban cubiertas de grandes glaciares. Dado que semejaba una inmensa laja, la llamó Helulandia (“Tierra de la Laja”), que en opinión de los historiadores actuales era la isla de Baffin, situada en el noreste de Canadá. Tal vez fuera este el momento en que los europeos pisaron por vez primera Norteamérica.

Los descubridores nórdicos prosiguieron hacia el sur. Encontraron otra región, llana y arbolada, con playas de arena blanca, a la que Leif llamó Marklandia (“Tierra de Bosques”) y que hoy suele identificarse con Labrador. Poco después hicieron un descubrimiento aún más prometedor.

Continúa la saga: “El barco zarpó empujado por un viento del noreste, y dos días después avistaron otra tierra”. Les agradó tanto que decidieron construir casas y pasar allí el invierno, durante el cual “nunca heló [...] y la hierba apenas se marchitó”. Más tarde, uno de los hombres vio vides, de modo que Eriksson llamó al país Vinlandia (posiblemente, “Tierra de Vino”). Al llegar la primavera, regresaron a Groenlandia con las bodegas repletas de abundantes productos de la zona.

A los estudiosos les encantaría determinar dónde está esa región de vides y verdes pastos, pero hasta la fecha no ha sido posible. Algunos opinan que la topografía de Terranova encaja con la descripción de las antiguas sagas. De hecho, una excavación realizada en esta isla atestigua la presencia vikinga. Sin embargo, hay especialistas que sostienen que Vinlandia tuvo que estar más al sur, y que el yacimiento de Terranova no corresponde más que a una base, la puerta de entrada a una Vinlandia más meridional.

¿De qué pruebas disponemos?

No hay quien logre conciliar los pormenores de este relato con la geografía actual. Los rasgos vagos y crípticos de estos relatos desconciertan desde hace tiempo a los historiadores. Con todo, el testimonio más decisivo de la presencia escandinava en la América precolombina es el yacimiento que se excavó durante las décadas de 1960 y 1970 en las cercanías del pueblo terranovense de L’Anse aux Meadows.




Comprende ruinas de casas con innegables características nórdicas, así como un horno de fundición de hierro y otros objetos que datan de la época de Leif Eriksson. Además, no hace mucho un explorador danés que trabajaba en la zona sur de Terranova encontró una pesa de piedra bien trabajada que probablemente se utilizó en una embarcación vikinga.

Los viajes escandinavos a las nuevas tierras del extremo occidental no se mantuvieron en secreto. El propio Leif Eriksson fue a Noruega para contarle al monarca del país lo que había visto. Más tarde, en torno al año 1070, el historiador y maestrescuela alemán Adam de Bremen se desplazó a Dinamarca para informarse acerca de los países septentrionales, y el rey danés Sweyn le habló de Vinlandia y su excelente vino. Esta tradición oral se incorporó a la crónica de Bremen, lo que permitió que muchos eruditos europeos tuvieran conocimiento de las tierras occidentales visitadas por los nórdicos. Además, los antiguos anales islandeses de los siglos XII y XIV mencionan que después hubo otros viajes escandinavos a Marklandia y Vinlandia partiendo de Groenlandia.

Puede que Cristóbal Colón también supiera de los viajes a Vinlandia realizados cinco siglos antes de su época. Según un libro referente a dicha tierra, hay indicios de que, con anterioridad a su famosa expedición de 1492 y 1493, el navegante visitó Islandia para estudiar las crónicas del país.

¿Qué ocurrió con los nórdicos?

No hay constancia de que los vikingos se asentaran definitivamente en América. Tal vez lo intentaron sin éxito por algún tiempo, pero las condiciones eran difíciles y los indígenas —a quienes llamaban skraelings— les superaban en fuerza. Por su parte, los descendientes de Erik el Rojo que vivían en Groenlandia también afrontaron graves apuros. El clima se recrudeció y menguaron las provisiones. Todo indica que, al cabo de cuatro o cinco siglos, los colonos desaparecieron por completo de allí. El último documento que refleja su presencia habla de una boda celebrada en una iglesia de la isla en 1408. Más de cien años después, un buque mercante alemán encontró la colonia totalmente abandonada, con la excepción del cadáver de un hombre que aún tenía junto a él su cuchillo. Tras esto, no volvemos a tener noticias de escandinavos residentes en Groenlandia. No fue sino hasta el siglo XVIII cuando llegaron pobladores noruegos y daneses para establecer una colonia permanente.

Con todo, fue de Groenlandia de donde partieron los intrépidos y recios navegantes nórdicos rumbo a un nuevo mundo. Aún nos los podemos imaginar, surcando aguas desconocidas en sus barcos de velas cuadradas hasta divisar extrañas costas, sin sospechar que más de cinco siglos después se aclamaría a Cristóbal Colón como el descubridor del Nuevo Mundo.

viernes, 25 de enero de 2008

Valhala

En la mitología nórdica, Valhalla es el paraíso al cual los héroes van al morir en combate. Se sitúa en el palacio de Odín en Asgard, donde los héroes fallecidos son bienvenidos por Bragi y conducidos por las valquirias.

Tiene quinientas cuarenta puertas, muros hechos de lanzas, un tejado hecho de escudos y bancos cubiertos de armaduras. Se dice que hay lugar suficiente para todos los elegidos. Aquí, todos los días, los guerreros muertos que asistirán a Odín en el Ragnarok, el conflicto final de los dioses con los gigantes, se preparan para la batalla en las llanuras de Asgard. Por la noche, retornan a Valhalla para disfrutar de banquetes de jabalíes acompañados de hidromiel.

Los que no consiguen méritos suficientes para ascender a Valhalla, terminan en Niflheim (reino de la oscuridad y de las tinieblas, gobernado por la diosa Hela) o en otros sitios designados. Los que se pierden en el mar, por ejemplo, son llevados al palacio de Ægir en el fondo del mismo.

En Valhalla, además de las valquirias y los espíritus de los guerreros (Einherjar), también hay un gallo llamado Gullinkambi que los despierta cada mañana y está destinado a advertir la llegada del Ragnarok.

En esta pintura se puede apreciar la imaginacion de aquellos tiempos de como debias ser un dia en el Valhala ante la presencia del mismo Odin.













En este fresco se ve un festin nocturno del valhala donde de noche los guerreros despues de pelear se curaban las heridas y festejaban bebiendo y llegando a la embriaguez












Este es una representacion externa del castillo. Se nota el gallo en el tope indicando las coordenadas, y que las paredes y el techo esta cuberto de escudo sostenidas con lanzas y hachas.
















Mitologia

miércoles, 9 de enero de 2008

Genesis, la creacion del mundo. Que opina la ciencia del relato biblico.

¿Se contradicen el relato de Génesis y la ciencia?
Muchas personas afirman que la ciencia refuta el relato bíblico de la creación. Pero lo que la ciencia de verdad contradice no es la Biblia, sino las opiniones de varios grupos de los llamados fundamentalistas cristianos. Algunos de estos aseguran equivocadamente que, según las Sagradas Escrituras, el universo material fue creado en seis días de veinticuatro horas hace unos diez mil años.

La Biblia no respalda tal afirmación. Si lo hiciera, muchos descubrimientos científicos de los últimos cien años la desacreditarían. Al analizar cuidadosamente el relato bíblico se ve que no hay conflicto entre este y los hechos científicos demostrados. Por esa razón, los testigos de Jehová no concuerdan con los fundamentalistas “cristianos” ni con muchos creacionistas. A continuación veremos lo que enseña realmente la Biblia.

“El principio” del universo
El relato de Génesis se inicia con una declaración sencilla y contundente: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Genesis capitulo 1 versiculo 1). Los eruditos bíblicos coinciden en que la acción aquí descrita es distinta a lo que ocurrió en los días creativos mencionados a partir del versículo 3. Este hecho tiene una gran trascendencia. Implica que, de acuerdo con la primera frase de la Biblia, el universo, incluido el planeta Tierra, ya existía desde tiempos indefinidos antes del comienzo de los días creativos.


Los geólogos cifran la antigüedad de la Tierra en unos cuatro mil millones de años, y los astrónomos calculan que la del universo puede alcanzar los quince mil millones. ¿Contradicen dichas cifras —o las que quizás se ofrezcan en el futuro— lo que afirma Genesis 1:1? No, pues la Biblia no especifica la antigüedad de “los cielos y la tierra”. De modo que la ciencia no refuta el relato bíblico.

¿Cuánto duraron los días creativos?¿Qué puede decirse de los días creativos? ¿Duraron solo veinticuatro horas? Algunos aseguran que como Moisés —el escritor de Génesis— indicó posteriormente que el día que siguió a los seis días creativos sirvió de modelo para el sábado semanal, cada uno de esos días tiene que haber durado veinticuatro horas (Exodo capitulo 20 versiculo 11). ¿Respaldan las palabras utilizadas en el relato de Génesis esta conclusión?

En realidad, no. Lo cierto es que la palabra hebrea que se traduce “día” puede aludir a períodos de tiempo de duración diversa, no solo de veinticuatro horas. Por ejemplo, cuando Moisés resume la historia de la creación, se refiere a los seis días creativos como si fueran uno solo (Génesis capitulo 2 versiculo 4). Por otra parte, en el primero de esos días, “Dios empezó a llamar a la luz Día, pero a la oscuridad llamó Noche” (Génesis 1:5). En este caso, el término “día” solo alude a parte de un período de veinticuatro horas. Queda claro que la afirmación de que cada día creativo duró veinticuatro horas es arbitraria, carece de base bíblica.

¿Cuál fue entonces la duración de esos días? La forma en que se redactaron los capítulos 1 y 2 de Génesis indica que se trata de períodos de tiempo muy extensos.

Aparición gradual de las obras creativas
Moisés escribió su relato en hebreo y desde la perspectiva de alguien que está en la Tierra. Estos dos factores, sumados al hecho de que el universo ya existía antes del comienzo de los períodos o “días” creativos, ayudan a resolver gran parte de la polémica que rodea al relato de la creación. ¿De qué manera?


Un análisis cuidadoso de la narración de Génesis revela que algunos acontecimientos, aunque se iniciaron en un “día” concreto, se prolongaron durante uno o más de los días siguientes. Por ejemplo, antes de que comenzara el primer “día” creativo, ya existía el Sol, pero algo —posiblemente nubes densas— impedía que su luz alcanzara la superficie de la Tierra (Job 38:9). En el transcurso del primer “día”, dicha barrera comenzó a disiparse, permitiendo el paso de luz difusa a través de la atmósfera.

Durante el segundo “día”, la atmósfera siguió despejándose, y se formó una expansión entre las densas nubes y el océano. Al cuarto “día” se había despejado tanto que el Sol y la Luna aparecieron “en la expansión de los cielos” (Génesis 1:14-16). Dicho de otro modo, el Sol y la Luna ya se podían divisar desde la Tierra. Estos acontecimientos ocurrieron de forma progresiva.

El relato de Génesis también explica que en el quinto “día” continuó aclarándose la atmósfera y empezaron a aparecer criaturas voladoras, entre ellas animales con alas membranosas e insectos. No obstante, las Escrituras indican que durante el sexto “día”, Dios aún “estaba formando del suelo toda bestia salvaje del campo y toda criatura voladora de los cielos” (Génesis 2:19).

Como hemos visto, la Biblia se expresa de tal forma que deja abierta la posibilidad de que en cada “día”, o período creativo, se produjeran varios acontecimientos importantes de manera gradual, no instantánea, y de que algunos se prolongaran incluso hasta los siguientes “días” creativos.

Según su género
¿Significa esta aparición progresiva de plantas y animales que Dios se valió de la evolución para producir la enorme diversidad existente de organismos vivos? No, pues la Biblia indica claramente que Dios creó todos los “géneros” elementales de plantas y animales (Génesis 1:11, 12, 20-25). ¿Estaban esos “géneros” originales programados para poder adaptarse a los cambios del medio ambiente? ¿Cómo se establecen los límites de un “género”? La Biblia no lo explica.

No obstante, sí dice que las criaturas vivientes “enjambraron según sus géneros” (Génesis 1:21). Dicha afirmación implica que las posibilidades de variación dentro de un “género” son limitadas. Tanto el registro fósil como las investigaciones actuales confirman que durante largos períodos de tiempo las categorías fundamentales de animales y plantas experimentaron pocos cambios.
Contrario a lo que afirman algunos fundamentalistas, Génesis no enseña que el universo, incluidos la Tierra y todos los seres que la habitan, haya sido creado en un corto período de tiempo en un pasado relativamente reciente. En realidad, la descripción que ofrece Génesis de la creación del universo y de la aparición de la vida en nuestro planeta concuerda con muchos de los últimos descubrimientos científicos.


Debido a sus creencias filosóficas, muchos hombres de ciencia rechazan la afirmación bíblica de que Dios creó todas las cosas. Sin embargo, resulta interesante que Moisés escribiera en el antiguo libro de Génesis que el universo tuvo un comienzo y que la vida apareció por etapas, progresivamente. ¿Cómo pudo Moisés obtener hace unos tres mil quinientos años información tan exacta desde el punto de vista científico? Hay una explicación lógica. No cabe duda de que Aquel que tuvo el poder y la sabiduría necesarios para crear los cielos y la Tierra podía proporcionarle conocimientos tan avanzados a Moisés. Esto le da más peso a la afirmación que hace la propia Biblia de ser “inspirada de Dios” (2 Timoteo 3:16).

Tomado de http://www.watchtower.org/s/200609a/article_01.htm